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Hace una semana fui a la cena de Navidad de mi trabajo, la verdad es que lo pasé bastante bien, en la cena muy bien, luego una copa en un sitio que me apetecía conocer, y al final bailando en otro bar que no sabía que “todavía” existía… y toda la noche sin reloj (vale, una excusa, llevaba el móvil, y con batería cargada)… y, lo peor, ¡al día siguiente a trabajar!! ¡Muy duro!!
Lo mejor de la noche-madrugada fue estar con compañeros, a los que sólo conoces casi de vista, y de hablar algo, pero que no has tenido conversaciones interesantes. Descubres algunas cosas en común, o ninguna cosa en común; descubres algo de su vida privada, y les descubres algo de la tuya; descubres si les gusta bailar y descubren que bailas como una loca… o simplemente los descubres …
…y eso fue lo que me llevé de la noche.
Luego, viene la mañana, los recuerdos de la noche, las risas, las miradas cómplices, algún dolor de cabeza, las caras de sueño, las ganas de volver a casa a dormir, las agujetas de haber bailado un montón, las fotos también (¡qué haríamos sin las fotos digitales!)…
Y entonces, pienso, ¿cómo continuar los descubrimientos de la noche-madrugada anterior? Lo normal, es recordar momentos divertidos de la noche, y buscar cualquier excusa para recordarlos y reír. Luego, esas fotos digitales que tanto ayudan, dan mucho juego, porque se ven al momento, hablas y te ríes. Y por supuesto, uno de mis métodos favoritos últimamente, es el e-mail.
Sí, de nuevo echo mano al e-mail para acercarme a alguien, y recurro a ello para intentar seguir descubriendo, y en cierta manera funciona. Puedo ver si me sigue el juego o no; si se desenvuelve bien escribiendo e-mails, con ingenio y divertidos; o por el contrario si son aburridos y muy sosos; si son de buen rollo o de corta el rollo!!
Vale, reconozco que perdemos ese contacto físico, que a veces ayuda, y que además en este caso, es posible, porque al trabajar en el mismo sitio sólo hay unos metros de distancia; puedes además tomarte un café y charlar, oír, hablar, ver, incluso tocar y oler (lo digo, por completar los cinco sentidos); sin embargo, me gusta el intercambio de e-mails, le da un cierto carácter de “privacidad” o “intimidad”… ¡qué curioso!! ¡Qué descubrimiento para mí!!...
Y esa fue mi primera Cena de Navidad, que por cierto, no fue en Suecia …
… pero bailamos con suecos.
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